9
Después Isaí llamó a Simea,
pero Samuel dijo:
—Tampoco es este a quien el Señor
ha elegido.
10
De la misma manera, Isaí le presentó sus siete hijos a Samuel. Pero Samuel le dijo:
—El Señor
no ha elegido a ninguno de ellos.
11
Después Samuel preguntó:
—¿Son estos todos los hijos que tienes?
—Queda todavía el más joven —contestó Isaí—. Pero está en el campo cuidando las ovejas y las cabras.
—Manda llamarlo de inmediato —dijo Samuel—. No nos sentaremos a comer hasta que él llegue.
12
Entonces Isaí mandó a buscarlo. El joven era trigueño y apuesto, y de hermosos ojos.
Y el Señor
dijo:
—Este es, úngelo.
13
Al estar David de pie entre sus hermanos, Samuel tomó el frasco de aceite de oliva que había traído y ungió a David con el aceite. Y el Espíritu del Señor
vino con gran poder sobre David a partir de ese día. Luego Samuel regresó a Ramá.
14
David sirve en la corte de Saúl
Ahora bien, el Espíritu del Señor
se había apartado de Saúl, y el Señor
envió un espíritu atormentador.
15
Algunos de los siervos de Saúl le dijeron:
—Un espíritu atormentador de parte de Dios te está afligiendo.
16
Busquemos a un buen músico para que toque el arpa cada vez que el espíritu atormentador te aflija. Tocará música relajante, y dentro de poco estarás bien.
17
—Me parece bien —dijo Saúl—. Búsquenme a alguien que toque bien y tráiganlo aquí.
18
Entonces un siervo le dijo a Saúl:
—Uno de los hijos de Isaí de Belén tiene mucho talento para tocar el arpa. No solo eso, es un guerrero valiente, un hombre de guerra y de buen juicio. También es un joven bien parecido y el Señor
está con él.
19
Entonces Saúl mandó mensajeros a Isaí para decirle: «Envíame a tu hijo David, el pastor».