3
Ve ahora y destruye
por completo a toda la nación amalecita: hombres, mujeres, niños, recién nacidos, ganado, ovejas, cabras, camellos y burros”».
4
Entonces Saúl movilizó a su ejército en Telaim. Eran doscientos mil soldados de Israel y diez mil hombres de Judá.
5
Después Saúl y su ejército fueron a una ciudad de los amalecitas y se pusieron al acecho en el valle.
6
Saúl envió esta advertencia a los ceneos: «Apártense de donde viven los amalecitas o morirán junto con ellos. Pues ustedes fueron bondadosos con el pueblo de Israel cuando salió de Egipto». Así que los ceneos empacaron sus cosas y se fueron.
7
Luego Saúl mató a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, al oriente de Egipto.
8
Capturó a Agag, el rey amalecita, pero destruyó por completo a todos los demás.
9
Saúl y sus hombres le perdonaron la vida a Agag y se quedaron con lo mejor de las ovejas y las cabras, del ganado, de los becerros gordos y de los corderos; de hecho, con todo lo que les atrajo. Solo destruyeron lo que no tenía valor o que era de mala calidad.
10
El Señor
rechaza a Saúl
Luego el Señor
le dijo a Samuel:
11
«Lamento haber hecho a Saúl rey, porque no me ha sido leal y se ha negado a obedecer mi mandato». Al oírlo, Samuel se conmovió tanto que clamó al Señor
durante toda la noche.
12
Temprano a la mañana siguiente Samuel fue a buscar a Saúl. Alguien le dijo: «Saúl fue a la ciudad de Carmelo a levantar un monumento en su propio honor y después continuó a Gilgal».
13
Cuando por fin Samuel lo encontró, Saúl lo saludó con alegría.
—Que el Señor
te bendiga —le dijo—. Llevé a cabo el mandato del Señor
.