18
otro fue al occidente, a Bet-horón, y el tercero avanzó hacia la frontera sobre el valle de Seboim, cerca del desierto.
19
No había herreros en la tierra de Israel en esos días. Los filisteos no los permitían, por miedo a que forjaran espadas y lanzas para los hebreos.
20
Entonces cada vez que los israelitas necesitaban afilar sus rejas de arado, picos, hachas y hoces,
tenían que llevarlos a un herrero filisteo.
21
(Lo que cobraban era lo siguiente: ocho gramos
de plata por afilar una reja de arado o un pico, y cuatro gramos
por afilar un hacha, una hoz o una aguijada para bueyes).
22
Por eso el día de la batalla, nadie del pueblo de Israel tenía espada o lanza, excepto Saúl y Jonatán.
23
El paso de Micmas, mientras tanto, había sido asegurado por un contingente del ejército filisteo.