5
—El Señor
y su ungido son mis testigos hoy —declaró Samuel— de que mis manos están limpias.
—Sí, él es nuestro testigo —respondieron.
6
—Fue el Señor
quien designó a Moisés y a Aarón —continuó Samuel—. Él sacó a sus antepasados de la tierra de Egipto.
7
Ahora, permanezcan aquí en silencio delante del Señor
mientras les recuerdo todas las grandes cosas que el Señor
ha hecho por ustedes y por sus antepasados.
8
»Cuando los israelitas estaban
en Egipto y clamaron al Señor
, él envió a Moisés y a Aarón para rescatarlos de Egipto y traerlos a esta tierra.
9
Sin embargo, los israelitas pronto se olvidaron del Señor
su Dios, entonces él los entregó a Sísara, el comandante del ejército de Hazor, y también a los filisteos y al rey de Moab, quienes lucharon contra ellos.
10
»Entonces clamaron al Señor
nuevamente y confesaron: “Hemos pecado al apartarnos del Señor
y al rendir culto a las imágenes de Baal y Astoret. Pero te adoraremos a ti y solo a ti si nos rescatas de nuestros enemigos”.
11
Luego el Señor
envió a Gedeón,
a Bedán,
a Jefté y a Samuel
para salvarlos, y ustedes vivieron a salvo.
12
»Pero cuando tuvieron miedo de Nahas, rey de Amón, vinieron a mí y dijeron que querían un rey para que gobernara sobre ustedes, aun cuando el Señor
su Dios ya era su rey.
13
Está bien, aquí está el rey que han escogido. Ustedes lo pidieron y el Señor
se lo concedió.
14
»Ahora, si ustedes temen al Señor
y lo adoran, si escuchan su voz y no se rebelan contra sus mandatos, entonces tanto ustedes como su rey demostrarán que reconocen al Señor
como su Dios.
15
Pero si se rebelan contra los mandatos del Señor
y rehúsan escucharlo, entonces su mano será tan dura con ustedes como ha sido con sus antepasados.
16
»Ahora quédense aquí y vean la maravilla que el Señor
está a punto de hacer.
17
Ustedes saben que nunca llueve en esta época del año durante la cosecha de trigo. Le pediré al Señor
que hoy envíe truenos y lluvia. ¡Entonces se darán cuenta de qué tan perversos han sido al pedirle al Señor
un rey!
18
Entonces Samuel clamó al Señor
, y ese mismo día envió truenos y lluvia. Y todo el pueblo quedó aterrado del Señor
y de Samuel.
19
—¡Ora al Señor
tu Dios por nosotros o moriremos! —le dijeron a Samuel—. A nuestras faltas hemos agregado el pecado de pedir un rey.
20
—No teman —los tranquilizó Samuel—, de verdad han hecho mal, pero ahora asegúrense de adorar al Señor
con todo el corazón y no le den la espalda.
21
No vuelvan a rendir culto a ídolos despreciables que no pueden ayudarlos o rescatarlos, ¡son completamente inútiles!
22
El Señor
no abandonará a su pueblo, porque eso traería deshonra a su gran nombre. Pues le agradó al Señor
hacerlos su pueblo.
23
»En cuanto a mí, ciertamente no pecaré contra el Señor
al dejar de orar por ustedes. Y seguiré enseñándoles lo que es bueno y correcto.
24
Por su parte, asegúrense de temer al Señor
y de servirlo fielmente. Piensen en todas las cosas maravillosas que él ha hecho por ustedes.
25
Pero si siguen pecando, ustedes y su rey serán destruidos.