4
—No —le contestaron ellos—, nunca nos has engañado ni oprimido y nunca has aceptado soborno alguno.
5
—El Señor
y su ungido son mis testigos hoy —declaró Samuel— de que mis manos están limpias.
—Sí, él es nuestro testigo —respondieron.
6
—Fue el Señor
quien designó a Moisés y a Aarón —continuó Samuel—. Él sacó a sus antepasados de la tierra de Egipto.
7
Ahora, permanezcan aquí en silencio delante del Señor
mientras les recuerdo todas las grandes cosas que el Señor
ha hecho por ustedes y por sus antepasados.
8
»Cuando los israelitas estaban
en Egipto y clamaron al Señor
, él envió a Moisés y a Aarón para rescatarlos de Egipto y traerlos a esta tierra.
9
Sin embargo, los israelitas pronto se olvidaron del Señor
su Dios, entonces él los entregó a Sísara, el comandante del ejército de Hazor, y también a los filisteos y al rey de Moab, quienes lucharon contra ellos.
10
»Entonces clamaron al Señor
nuevamente y confesaron: “Hemos pecado al apartarnos del Señor
y al rendir culto a las imágenes de Baal y Astoret. Pero te adoraremos a ti y solo a ti si nos rescatas de nuestros enemigos”.
11
Luego el Señor
envió a Gedeón,
a Bedán,
a Jefté y a Samuel
para salvarlos, y ustedes vivieron a salvo.
12
»Pero cuando tuvieron miedo de Nahas, rey de Amón, vinieron a mí y dijeron que querían un rey para que gobernara sobre ustedes, aun cuando el Señor
su Dios ya era su rey.
13
Está bien, aquí está el rey que han escogido. Ustedes lo pidieron y el Señor
se lo concedió.
14
»Ahora, si ustedes temen al Señor
y lo adoran, si escuchan su voz y no se rebelan contra sus mandatos, entonces tanto ustedes como su rey demostrarán que reconocen al Señor
como su Dios.