57
Que el Señor
nuestro Dios esté con nosotros como estuvo con nuestros antepasados; que nunca nos deje ni nos abandone.
58
Que ponga en nosotros el deseo de hacer su voluntad en todo y de obedecer todos los mandatos, los decretos y las ordenanzas que dio a nuestros antepasados.
59
Y que esta oración que hice en la presencia del Señor
esté delante de él continuamente, de día y de noche, para que el Señor
nuestro Dios haga justicia conmigo y con su pueblo Israel, según las necesidades de cada día.
60
Entonces gente de todo el mundo sabrá que el Señor
es el único Dios y que no hay otro.
61
Que ustedes sean totalmente fieles al Señor
nuestro Dios; que siempre obedezcan sus decretos y mandatos, tal como lo están haciendo hoy».
62
Luego el rey y todo Israel junto con él ofrecieron sacrificios al Señor
.
63
Salomón presentó al Señor
una ofrenda de paz de veintidós mil cabezas de ganado y ciento veinte mil ovejas y cabras. Así el rey y todo el pueblo de Israel dedicaron el templo del Señor
.
64
Ese mismo día, el rey consagró la parte central del atrio que está delante del templo del Señor
. Allí presentó las ofrendas quemadas, las ofrendas de grano y la grasa de las ofrendas de paz, porque el altar de bronce que está en la presencia del Señor
era demasiado pequeño para tantas ofrendas quemadas, ofrendas de grano y la grasa de las ofrendas de paz.
65
Entonces Salomón y todo Israel celebraron el Festival de las Enramadas
en presencia del Señor
nuestro Dios. Se había reunido una gran multitud desde lugares tan lejanos como Lebo-hamat, en el norte, y el arroyo de Egipto, en el sur. La celebración continuó catorce días en total: siete días para la dedicación del altar y siete días para el Festival de las Enramadas.
66
Una vez terminado el festival,
Salomón despidió al pueblo. Ellos bendijeron al rey y regresaron a sus casas llenos de alegría y muy contentos, porque el Señor
había sido bueno con su siervo David y con su pueblo Israel.