27
Los gobernadores regionales proveían sin falta el alimento para el rey Salomón y su corte; cada uno se aseguraba de que no faltara nada durante el mes que se le había asignado.
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También llevaban suficiente cebada y paja para los caballos reales en los establos.
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Dios le dio a Salomón muchísima sabiduría y gran entendimiento, y un conocimiento tan vasto como la arena a la orilla del mar.
30
De hecho, su sabiduría superaba la de todos los sabios del Oriente y la de los sabios de Egipto.
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Era más sabio que cualquier otro, entre ellos Etán, el ezraíta, y los hijos de Mahol: Hemán, Calcol y Darda. Su fama se extendía por todas las naciones vecinas.
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Compuso unos tres mil proverbios y escribió mil cinco canciones.
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Podía hablar con autoridad acerca de todo tipo de plantas, desde el gran cedro del Líbano hasta el diminuto hisopo que crece en las grietas de las paredes. También era versado en materia de animales, aves, reptiles y peces.
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Y los reyes de todas las naciones enviaban a sus embajadores a escuchar la sabiduría de Salomón.