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Al Señor le agradó que Salomón pidiera sabiduría.
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Así que le respondió:
—Como pediste sabiduría para gobernar a mi pueblo con justicia y no has pedido una larga vida, ni riqueza, ni la muerte de tus enemigos,
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¡te concederé lo que me has pedido! Te daré un corazón sabio y comprensivo, como nadie nunca ha tenido ni jamás tendrá.
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Además, te daré lo que no me pediste: riquezas y fama. Ningún otro rey del mundo se comparará a ti por el resto de tu vida.
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Y si tú me sigues y obedeces mis decretos y mis mandatos como lo hizo tu padre David, también te daré una larga vida.
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Entonces Salomón se despertó y se dio cuenta de que había sido un sueño. Volvió a Jerusalén, se presentó delante del arca del pacto del Señor y allí sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Luego invitó a todos sus funcionarios a un gran banquete.
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Salomón juzga con sabiduría
Tiempo después, dos prostitutas fueron a ver al rey para resolver un asunto.
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Una de ellas comenzó a rogarle: «Ay, mi señor, esta mujer y yo vivimos en la misma casa. Ella estaba conmigo en la casa cuando yo di a luz a mi bebé.
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Tres días después, ella también tuvo un bebé. Estábamos las dos solas y no había nadie más en la casa.
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»Ahora bien, su bebé murió durante la noche porque ella se acostó encima de él.
20
Luego ella se levantó a la medianoche y sacó a mi hijo de mi lado mientras yo dormía; puso a su hijo muerto en mis brazos y se llevó al mío a dormir con ella.