4
Si lo haces, el Señor
cumplirá la promesa que me hizo cuando me dijo: “Si tus descendientes viven como debe ser y me siguen fielmente, con todo el corazón y con toda el alma, siempre habrá uno de ellos en el trono de Israel.”
5
»Además, tú ya sabes lo que me hizo Joab, hijo de Sarvia, cuando mató a mis dos comandantes del ejército: a Abner, hijo de Ner, y a Amasa, hijo de Jeter. Él fingió que fue un acto de guerra, pero estábamos en tiempo de paz,
con lo cual manchó con sangre inocente
su cinto y sus sandalias.
6
Haz con él lo que mejor te parezca, pero no permitas que envejezca y vaya a la tumba en paz.
7
»Sé bondadoso con los hijos de Barzilai, de Galaad. Haz que sean invitados permanentes en tu mesa, porque ellos me cuidaron cuando yo huía de tu hermano Absalón.
8
»Acuérdate de Simei, hijo de Gera, el hombre de Bahurim de la tribu de Benjamín. Él me maldijo con una maldición terrible cuando yo escapaba hacia Mahanaim. Cuando vino a verme al río Jordán, yo le juré por el Señor
que no lo mataría;
9
pero ese juramento no lo hace inocente. Tú eres un hombre sabio y sabrás cómo darle una muerte sangrienta».
10
Luego David murió y fue enterrado con sus antepasados en la Ciudad de David.
11
David reinó en Israel durante cuarenta años, siete de ellos en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén.
12
Salomón lo sucedió y se sentó en el trono de David, su padre, y su reino se estableció firmemente.
13
Salomón establece su gobierno
Cierto día Adonías, cuya madre era Haguit, fue a ver a Betsabé, la madre de Salomón.
—¿Vienes en son de paz? —le preguntó Betsabé.
—Sí —contestó él—, vengo en paz.
14
Quiero pedirte un favor.
—¿De qué se trata? —le preguntó ella.
15
Él contestó:
—Como sabes, el reino me correspondía a mí; todo Israel quería que yo fuera el siguiente rey. Pero todo cambió, y el reino pasó a mi hermano porque el Señor
así lo quiso.
16
Ahora solo tengo un favor que pedirte, no me lo niegues.
—¿De qué se trata? —preguntó ella.
17
Él contestó:
—Habla con el rey Salomón de mi parte, porque yo sé que él hará cualquier cosa que tú le pidas. Dile que me permita casarme con Abisag, la muchacha de Sunem.
18
—Está bien —respondió Betsabé—. Le hablaré al rey por ti.
19
Entonces Betsabé fue a ver al rey para hablarle en nombre de Adonías. El rey se levantó de su trono para recibirla y se inclinó ante ella. Cuando volvió a sentarse en su trono, ordenó que trajeran un trono para su madre, y ella se sentó a la derecha del rey.
20
—Tengo un pequeño favor que pedirte —le dijo ella—. Espero que no me lo niegues.
—¿De qué se trata, madre mía? —preguntó el rey—. Tú sabes que no te lo negaré.
21
—Entonces permite que tu hermano Adonías se case con Abisag, la muchacha de Sunem —contestó ella.
22
—¿Cómo es posible que tú me pidas que entregue a Abisag en matrimonio a Adonías? —preguntó el rey Salomón—. ¡Sería lo mismo que pedirme que le dé el reino! Tú sabes que él es mi hermano mayor y que tiene de su lado al sacerdote Abiatar y a Joab, hijo de Sarvia.
23
Entonces el rey Salomón hizo un juramento delante del Señor
diciendo:
—Que Dios me hiera e incluso me mate si Adonías no ha sellado su destino con esta petición.
24
El Señor
me ha confirmado y me ha puesto en el trono de David, mi padre; él ha establecido mi dinastía, tal como lo prometió. Por lo tanto, ¡tan cierto como que el Señor
vive, Adonías morirá hoy mismo!