12
Tres días después, Jeroboam y toda la gente regresaron para conocer la decisión de Roboam, tal como el rey había ordenado.
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Entonces Roboam habló con dureza al pueblo porque rechazó el consejo de los ancianos
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y siguió el consejo de los más jóvenes. Así que le dijo al pueblo: «Mi padre les impuso cargas pesadas, ¡pero yo las haré aún más pesadas! Mi padre los golpeaba con látigos, ¡pero yo los azotaré con escorpiones!».
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Por lo tanto, el rey no prestó atención al pueblo. Este giro en la historia ocurrió por voluntad del Señor
, porque cumplía el mensaje que el Señor
le había dado a Jeroboam, hijo de Nabat, por medio del profeta Ahías de Silo.
16
Cuando todos los israelitas se dieron cuenta de que el rey no iba a hacerles caso, respondieron:
«¡Abajo la dinastía de David!
No nos interesa para nada el hijo de Isaí.
¡Regresa a tu casa, Israel!
Y tú, David, ¡cuida de tu propia casa!».
Entonces el pueblo de Israel regresó a casa;
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pero Roboam siguió gobernando a los israelitas que vivían en las ciudades de Judá.
18
Luego el rey Roboam envió a Adoniram,
quien estaba a cargo de los trabajadores, a restaurar el orden, pero el pueblo de Israel lo apedreó a muerte. Cuando el rey Roboam se enteró, enseguida subió a su carro de guerra y huyó a Jerusalén.
19
Hasta el día de hoy, las tribus del norte de Israel se han negado a ser gobernadas por un descendiente de David.
20
Cuando los israelitas supieron que Jeroboam había regresado de Egipto, convocaron una asamblea y lo nombraron rey de todo Israel. Así que solo la tribu de Judá permaneció fiel a la familia de David.
21
Profecía de Semaías
Cuando Roboam llegó a Jerusalén, movilizó a los hombres de Judá y a la tribu de Benjamín —ciento ochenta mil guerreros selectos— para pelear contra los hombres de Israel y recuperar el reino.
22
Ahora bien, Dios le dijo a Semaías, hombre de Dios: