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Ve ya mismo a ver al rey David y dile: “Mi señor el rey, ¿acaso no me hiciste un juramento cuando me dijiste: ‘Definitivamente tu hijo Salomón será el próximo rey y se sentará en mi trono’? Entonces, ¿por qué Adonías se ha proclamado rey?”.
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Y mientras tú aún estés hablando con el rey, yo llegaré y confirmaré todo lo que le has dicho».
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Entonces Betsabé entró en la habitación del rey (David era ya muy viejo y Abisag lo cuidaba)
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y se inclinó ante él.
—¿En qué te puedo ayudar? —le preguntó el rey.
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Ella le contestó:
—Mi señor, usted hizo un juramento delante del Señor
su Dios cuando me dijo: “Te aseguro que tu hijo Salomón será el próximo rey y se sentará en mi trono”.
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Sin embargo, Adonías se proclamó rey, y mi señor el rey ni siquiera se ha enterado.
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Ha sacrificado gran cantidad de ganado, terneros engordados y ovejas, y ha invitado a todos los hijos del rey a la celebración. También invitó al sacerdote Abiatar y a Joab, comandante del ejército, pero no invitó a su siervo Salomón.
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Y ahora, mi señor el rey, todo Israel está esperando que usted anuncie quién será el próximo rey.
21
Si no toma alguna medida, mi hijo Salomón y yo seremos tratados como criminales en cuanto mi señor el rey haya muerto.
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Mientras ella aún hablaba con el rey, llegó el profeta Natán.
23
Los funcionarios del rey le informaron: «El profeta Natán está aquí y quiere verlo».
Entonces Natán entró y se inclinó ante el rey con el rostro en tierra