4
En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios.
5
Así es como lucían hermosas las santas mujeres de la antigüedad. Ellas confiaban en Dios y aceptaban la autoridad de sus maridos.
6
Por ejemplo, Sara obedecía a su esposo, Abraham, y lo llamaba «señor». Ustedes son sus hijas cuando hacen lo correcto sin temor a lo que sus esposos pudieran hacer.
7
A los esposos
De la misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero participa por igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes.
8
A todos los cristianos
Por último, todos deben ser de un mismo parecer. Tengan compasión unos de otros. Ámense como hermanos y hermanas.
Sean de buen corazón y mantengan una actitud humilde.
9
No paguen mal por mal. No respondan con insultos cuando la gente los insulte. Por el contrario, contesten con una bendición. A esto los ha llamado Dios, y él los bendecirá por hacerlo.
10
Pues las Escrituras dicen:
«Si quieres disfrutar de la vida
y ver muchos días felices,
refrena tu lengua de hablar el mal
y tus labios de decir mentiras.
11
Apártate del mal y haz el bien.
Busca la paz y esfuérzate por mantenerla.
12
Los ojos del Señor están sobre los que hacen lo bueno,
y sus oídos están abiertos a sus oraciones.
Pero el Señor aparta su rostro
de los que hacen lo malo»
.
13
Sufrir por hacer el bien
Ahora bien, ¿quién querrá hacerles daño si ustedes están deseosos de hacer el bien?
14
Pero, aun si sufren por hacer lo correcto, Dios va a recompensarlos. Así que no se preocupen ni tengan miedo a las amenazas.