8
—el Espíritu, el agua y la sangre— y los tres están de acuerdo.
9
Ya que creemos el testimonio humano, sin duda alguna podemos creer el testimonio de más valor que proviene de Dios; y Dios ha dado testimonio acerca de su Hijo.
10
Todo el que cree en el Hijo de Dios sabe en su corazón que este testimonio es verdadero. Los que no lo creen, en realidad llaman a Dios mentiroso porque no creen el testimonio que él ha dado acerca de su Hijo.
11
Y este es el testimonio que Dios ha dado: él nos dio vida eterna, y esa vida está en su Hijo.
12
El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
13
Conclusión
Les he escrito estas cosas a ustedes, que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna.
14
Y estamos seguros de que él nos oye cada vez que le pedimos algo que le agrada;
15
y como sabemos que él nos oye cuando le hacemos nuestras peticiones, también sabemos que nos dará lo que le pedimos.
16
Si alguno de ustedes ve que un hermano en Cristo
comete un pecado que no lleva a la muerte, debe orar por él, y Dios le dará vida a ese hermano. Pero hay un pecado que lleva a la muerte, y no digo que se ore por quienes lo cometen.
17
Todas las malas acciones son pecado, pero no todos los pecados llevan a la muerte.
18
Sabemos que los hijos de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque el Hijo de Dios los mantiene protegidos, y el maligno no puede tocarlos.