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Instrucciones sobre el matrimonio
Ahora, en cuanto a las preguntas que me hicieron en su carta: es cierto que es bueno abstenerse de tener relaciones sexuales.
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Sin embargo, dado que hay tanta inmoralidad sexual, cada hombre debería tener su propia esposa, y cada mujer su propio marido.
3
El esposo debe satisfacer las necesidades sexuales de su esposa, y la esposa debe satisfacer las necesidades sexuales de su marido.
4
La esposa le da la autoridad sobre su cuerpo a su marido, y el esposo le da la autoridad sobre su cuerpo a su esposa.
5
No se priven el uno al otro de tener relaciones sexuales, a menos que los dos estén de acuerdo en abstenerse de la intimidad sexual por un tiempo limitado para entregarse más de lleno a la oración. Después deberán volverse a juntar, a fin de que Satanás no pueda tentarlos por la falta de control propio.
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Eso les digo a modo de concesión, no como un mandato.
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Sin embargo, quisiera que todos fueran solteros, igual que yo; pero cada uno tiene su don específico de Dios, unos de una clase y otros de otra.
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Así que les digo a los solteros y a las viudas: es mejor quedarse sin casar, tal como yo;
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pero si no pueden controlarse, entonces deberían casarse. Es mejor casarse que arder de pasión.
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No obstante, para los que ya están casados, tengo un mandato que no proviene de mí sino del Señor.
La esposa no debe dejar a su marido;
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pero si lo deja, que no se case de nuevo o bien que se reconcilie con él; y el marido no debe dejar a su esposa.
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Ahora, me dirigiré al resto de ustedes, aunque no tengo un mandato directo del Señor. Si un hombre cristiano
está casado con una mujer que no es creyente y ella está dispuesta a seguir viviendo con él, no debe abandonarla.
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Y, si una mujer cristiana tiene un esposo que no es creyente y él está dispuesto a seguir viviendo con ella, no debe abandonarlo.