9
Pues soy el más insignificante de todos los apóstoles. De hecho, ni siquiera soy digno de ser llamado apóstol después de haber perseguido a la iglesia de Dios, como lo hice.
10
Sin embargo, lo que ahora soy, todo se debe a que Dios derramó su favor especial sobre mí, y no sin resultados. Pues he trabajado mucho más que cualquiera de los otros apóstoles; pero no fui yo sino Dios quien obraba a través de mí por su gracia.
11
Así que no importa si predico yo o predican ellos, porque todos predicamos el mismo mensaje que ustedes ya han creído.
12
La resurrección de los muertos
Pero díganme lo siguiente: dado que nosotros predicamos que Cristo se levantó de los muertos, ¿por qué algunos de ustedes dicen que no habrá resurrección de los muertos?
13
Pues, si no hay resurrección de los muertos, entonces Cristo tampoco ha resucitado;
14
y si Cristo no ha resucitado, entonces toda nuestra predicación es inútil, y la fe de ustedes también es inútil.
15
Y nosotros, los apóstoles, estaríamos todos mintiendo acerca de Dios, porque hemos dicho que Dios levantó a Cristo de la tumba. Así que eso no puede ser cierto si no hay resurrección de los muertos;
16
y si no hay resurrección de los muertos, entonces Cristo no ha resucitado;
17
y si Cristo no ha resucitado, entonces la fe de ustedes es inútil, y todavía son culpables de sus pecados.
18
En ese caso, ¡todos los que murieron creyendo en Cristo están perdidos!
19
Y si nuestra esperanza en Cristo es solo para esta vida, somos los más dignos de lástima de todo el mundo.
20
Lo cierto es que Cristo sí resucitó de los muertos. Él es el primer fruto de una gran cosecha, el primero de todos los que murieron.
21
Así que, ya ven, tal como la muerte entró en el mundo por medio de un hombre, ahora la resurrección de los muertos ha comenzado por medio de otro hombre.
22
Así como todos mueren porque todos pertenecemos a Adán, todos los que pertenecen a Cristo recibirán vida nueva;
23
pero esta resurrección tiene un orden: Cristo fue resucitado como el primero de la cosecha, luego todos los que pertenecen a Cristo serán resucitados cuando él regrese.
24
Después de eso, vendrá el fin, cuando él le entregará el reino a Dios el Padre, luego de destruir a todo gobernante y poder y toda autoridad.
25
Pues Cristo tiene que reinar hasta que humille a todos sus enemigos debajo de sus pies.
26
Y el último enemigo que será destruido es la muerte.
27
Pues las Escrituras dicen: «Dios ha puesto todas las cosas bajo su autoridad»
. (Claro que, cuando dice «todas las cosas están bajo su autoridad», no incluye a Dios mismo, quien le dio a Cristo su autoridad).
28
Entonces, cuando todas las cosas estén bajo su autoridad, el Hijo se pondrá a sí mismo bajo la autoridad de Dios, para que Dios, quien le dio a su Hijo la autoridad sobre todas las cosas, sea completamente supremo sobre todas las cosas en todas partes.
29
Si los muertos no serán resucitados, ¿para qué se bautiza la gente por los que están muertos? ¿Para qué hacerlo a menos que los muertos algún día resuciten?