48
Como es el terrenal, así son también los que son terrenales; y como es el celestial, así son también los que son celestiales.
49
Y tal como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.
50
Y esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni lo que se corrompe hereda lo incorruptible.
51
He aquí, os digo un misterio: no todos dormiremos, pero todos seremos transformados
52
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final; pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
53
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
54
Pero cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: DEVORADA HA SIDO LA MUERTE en victoria.
55
¿DONDE ESTA, OH MUERTE, TU VICTORIA? ¿DONDE, OH SEPULCRO, TU AGUIJON?
56
El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley;
57
pero a Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
58
Por tanto, mis amados hermanos, estad firmes, constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.