6
Moisés dejó escurrir la mitad de la sangre de estos animales en unos tazones; la otra mitad la salpicó sobre el altar.
7
Luego tomó el libro del pacto y lo leyó al pueblo en voz alta. Una vez más todos respondieron: «Haremos todo lo que el Señor
ha ordenado. Vamos a obedecer».
8
Entonces Moisés tomó la sangre de los tazones y la salpicó sobre el pueblo, mientras declaraba: «Esta sangre confirma el pacto que el Señor
ha hecho con ustedes al darles estas instrucciones».
9
Después Moisés, Aarón, Nadab y Abiú, y los setenta ancianos de Israel subieron al monte.
10
Allí vieron al Dios de Israel. Debajo de sus pies parecía haber una superficie de lapislázuli de color azul brillante, tan clara como el mismo cielo.
11
Aunque estos nobles de Israel pudieron contemplar a Dios, él no los destruyó. De hecho, compartieron una comida para celebrar el pacto, en la cual comieron y bebieron en su presencia.
12
Luego el Señor
le dijo a Moisés: «Sube al monte para encontrarte conmigo. Espera allí, y te daré las tablas de piedra en las que he escrito las instrucciones y los mandatos para que puedas enseñar al pueblo».
13
Entonces Moisés y su ayudante Josué salieron, y Moisés subió al monte de Dios.
14
Moisés les dijo a los ancianos: «Quédense aquí y espérennos hasta que regresemos. Aarón y Hur se quedan aquí con ustedes; si alguien tiene algún altercado durante mi ausencia, que consulte con ellos».
15
Luego Moisés subió al monte, el cual quedó cubierto por la nube.
16
Entonces la gloria del Señor
se posó sobre el monte Sinaí, y durante seis días la nube cubrió el monte. Al séptimo día, el Señor
llamó a Moisés desde el interior de la nube.
17
Para los israelitas que estaban al pie del monte, la gloria del Señor
, que estaba sobre la cima del monte, parecía como un fuego consumidor.
18
Entonces Moisés fue desapareciendo en la nube a medida que subía al monte, y permaneció en el monte cuarenta días y cuarenta noches.