8
Y todo el pueblo respondió a una voz: «Haremos todo lo que el Señor
ha ordenado». Entonces Moisés llevó al Señor
la respuesta del pueblo.
9
Luego el Señor
le dijo a Moisés: «Yo me presentaré ante ti en una densa nube, para que el pueblo pueda oírme cuando hable contigo; así ellos siempre confiarán en ti».
Moisés le dijo al Señor
lo que el pueblo había dicho.
10
Después el Señor
le dijo a Moisés: «Desciende y prepara al pueblo para mi llegada. Conságralos hoy y mañana, y haz que laven sus ropas.
11
Asegúrate de que estén preparados para el tercer día, porque ese día el Señor
descenderá sobre el monte Sinaí a la vista de todo el pueblo.
12
Marca un límite alrededor del monte y dile al pueblo esta advertencia: “¡Tengan cuidado! No suban al monte, ni siquiera toquen los límites. Cualquiera que toque el monte, será ejecutado.
13
Ninguna mano puede tocar a la persona o al animal que traspase el límite, sino que esa persona morirá apedreada o atravesada con flechas. Ellos tendrán que morir”. Sin embargo, cuando se oiga un toque prolongado del cuerno de carnero entonces el pueblo podrá subir al monte».
14
Así que Moisés descendió a donde estaba el pueblo. Consagró a la gente para la adoración, y ellos lavaron sus ropas. Les dijo:
15
«Prepárense para el tercer día y, hasta entonces, absténganse de tener relaciones sexuales».
16
En la mañana del tercer día, retumbaron truenos y destellaron relámpagos, y una nube densa descendió sobre el monte. Se oyó un fuerte y prolongado toque de cuerno de carnero, y todo el pueblo tembló.
17
Moisés llevó a la multitud fuera del campamento para encontrarse con Dios, y todos se pararon al pie de la montaña.
18
El monte Sinaí estaba totalmente cubierto de humo, porque el Señor
había descendido sobre él en forma de fuego. Nubes de humo subían al cielo como el humo que sale de un horno de ladrillos, y todo el monte se sacudía violentamente.