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Aquella noche el rey no podía dormir, así que mandó que le trajeran las crónicas reales —la historia de su reino— y que se las leyeran.
2
Allí constaba que Mardoqueo había delatado a Bigtán y Teres, dos de los eunucos del rey, miembros de la guardia, que habían tramado asesinar al rey Asuero.
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—¿Qué honor o reconocimiento ha recibido Mardoqueo por esto? —preguntó el rey.—No se ha hecho nada por él —respondieron sus ayudantes personales.
4
Amán acababa de entrar en el patio exterior del palacio para pedirle al rey que colgara a Mardoqueo en la estaca que había mandado levantar para él. Así que el rey preguntó:—¿Quién anda en el patio?
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Sus ayudantes respondieron:—El que anda en el patio es Amán.—¡Que pase! —ordenó el rey.
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Cuando entró Amán, el rey le preguntó:—¿Cómo se debe tratar al hombre a quien el rey desea honrar?Entonces Amán dijo para sí: «¿A quién va a querer honrar el rey sino a mí?»
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Así que contestó:—Para el hombre a quien el rey desea honrar,
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que se mande traer una vestidura real que el rey haya usado, y un caballo en el que haya montado y que lleve en la cabeza un adorno real.
9
La vestidura y el caballo deberán entregarse a uno de los funcionarios más ilustres del rey, para que vista al hombre a quien el rey desea honrar, y que lo pasee a caballo por las calles de la ciudad, proclamando a su paso: “¡Así se trata al hombre a quien el rey desea honrar!”
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—Ve de inmediato —le dijo el rey a Amán—, toma la vestidura y el caballo, tal como lo has sugerido, y haz eso mismo con Mardoqueo, el judío que está sentado a la puerta del rey. No descuides ningún detalle de todo lo que has recomendado.
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Así que Amán tomó la vestidura y el caballo, vistió a Mardoqueo y lo llevó a caballo por las calles de la ciudad, proclamando a su paso: «¡Así se trata al hombre a quien el rey desea honrar!»
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Después Mardoqueo volvió a la puerta del rey. Pero Amán regresó apurado a su casa, triste y tapándose la cara.
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Y les contó a Zeres, su esposa, y a todos sus amigos todo lo que le había sucedido.Entonces sus consejeros y su esposa Zeres le dijeron:—Si Mardoqueo, ante quien has comenzado a caer, es de origen judío, no podrás contra él. ¡Sin duda acabarás siendo derrotado!
14
Mientras todavía estaban hablando con Amán, llegaron los eunucos del rey y lo llevaron de prisa al banquete ofrecido por Ester.