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La siguiente es la lista de la gente de la provincia que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado cautiva a Babilonia, y a la que se le permitió regresar a Jerusalén y a Judá. Cada uno volvió a su propia población
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en compañía de Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Relaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvay, Rejún y Baná.Esta es la lista de los israelitas que regresaron:
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Los servidores del templo eran de las familias de Zijá, Jasufá, Tabaot,
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Querós, Sigajá, Padón,
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Lebaná, Jagabá, Acub,
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Jagab, Salmay, Janán,
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Guidel, Gajar, Reaías,
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Rezín, Necoda, Gazán,
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Uza, Paseaj, Besay,
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Asena, Meunín, Nefusín,
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Bacbuc, Jacufá, Jarjur,
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Baslut, Mejidá, Jarsa,
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Barcós, Sísara, Temá,
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Neziaj y Jatifá.
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Los descendientes de los servidores de Salomón eran de las familias de Sotay, Soféret, Peruda,
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Jalá, Darcón, Guidel,
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Sefatías, Jatil, Poquéret Hasebayin y Amón.
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Los siguientes regresaron de Tel Melaj, Tel Jarsá, Querub, Adón e Imer, pero no pudieron demostrar ascendencia israelita:
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De entre los sacerdotes, los siguientes tampoco pudieron demostrar su ascendencia israelita: los descendientes de Jabaías, Cos y Barzilay (este último se casó con una de las hijas de un galaadita llamado Barzilay, del cual tomó su nombre).
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Estos buscaron sus registros genealógicos, pero como no los encontraron, fueron excluidos del sacerdocio.
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A ellos el gobernador les prohibió comer de los alimentos sagrados hasta que un sacerdote decidiera su suerte por medio del urim y el tumim.
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El número total de los miembros de la asamblea era de cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas,
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sin contar a esclavos y esclavas, que sumaban siete mil trescientos treinta y siete; y tenían doscientos cantores y cantoras.
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Tenían además setecientos treinta y seis caballos, doscientas cuarenta y cinco mulas,
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cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte burros.
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Cuando llegaron al templo del SEÑOR en Jerusalén, algunos jefes de familia dieron donativos para que se reconstruyera el templo de Dios en el mismo sitio.
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De acuerdo con sus capacidades económicas dieron, para la obra de reconstrucción, cuatrocientos ochenta y ocho kilos de oro, dos mil setecientos cincuenta kilos de plata y cien túnicas sacerdotales.
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Los sacerdotes, los levitas y algunos del pueblo se establecieron en Jerusalén, en tanto que los cantores, los porteros, los servidores del templo y los demás israelitas se fueron a vivir a sus propias poblaciones.