4
El Señor
de los Ejércitos Celestiales dice: “Envío esta maldición a la casa de cada ladrón y a la casa de todos los que juran en falso usando mi nombre. Mi maldición se quedará en esa casa y la destruirá por completo, hasta las maderas y las piedras”.
5
La mujer en un canasto
Entonces el ángel que hablaba conmigo se adelantó y dijo:
—Mira hacia arriba y fíjate en lo que viene.
6
—¿Qué es? —pregunté.
—Es un canasto para medir grano
—respondió— y está lleno con los pecados
de los habitantes de todo el país.
7
Entonces fue levantada la pesada tapa de plomo del canasto y adentro había una mujer sentada.
8
El ángel dijo: «La mujer se llama Perversidad», y la empujó adentro del canasto otra vez y cerró la pesada tapa.
9
Entonces miré hacia arriba y vi a dos mujeres que volaban hacia nosotros, planeando con el viento. Tenían alas como de cigüeña, y recogieron el canasto y levantaron el vuelo.
10
—¿Adónde llevan el canasto? —le pregunté al ángel.
11
—A la tierra de Babilonia
—me respondió—, donde construirán un templo para el canasto. Luego, cuando el templo esté listo, colocarán el canasto allí sobre un pedestal.