12
Al escucharlo, el ángel del Señor
elevó la siguiente oración: «Oh Señor
de los Ejércitos Celestiales, durante los últimos setenta años has estado enojado con Jerusalén y con las ciudades de Judá. ¿Cuánto tiempo más pasará para que vuelvas a mostrarles compasión?».
13
Entonces el Señor
le habló palabras buenas y consoladoras al ángel que conversaba conmigo.
14
Luego el ángel me dijo: «Proclama este mensaje a gritos para que todos lo oigan: “El Señor
de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Mi amor por Jerusalén y el monte Sión es intenso y ferviente.
15
Sin embargo, estoy muy enojado con las otras naciones que ahora disfrutan de paz y seguridad. Solo me enojé un poco con mi pueblo, pero las naciones le causaron mucho más daño del que me proponía.
16
»’Por lo tanto, esto es lo que dice el Señor
: he vuelto a mostrar misericordia a Jerusalén. Mi templo será reedificado —dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales— y se tomarán las medidas para la reconstrucción de Jerusalén
’”.
17
»Proclama también: “El Señor
de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Otra vez las ciudades de Israel rebosarán de prosperidad y otra vez el Señor
consolará a Sión y elegirá a Jerusalén para sí mismo’”».
18
Los cuatro cuernos y los cuatro herreros
Entonces levanté la mirada y vi cuatro cuernos.
19
—¿Qué significan estos cuernos? —pregunté al ángel que hablaba conmigo.
Él me contestó:
—Estos cuernos representan a las naciones que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén.
20
Entonces el Señor
me mostró cuatro herreros.
21
—Y estos hombres, ¿qué vienen a hacer? —pregunté.
El ángel me contestó:
—Estos cuatro cuernos, es decir, estas naciones, dispersaron y humillaron a Judá. Ahora estos herreros han venido para aterrorizar, derribar y destruir a esas naciones.