2
Es cierto que todos cometemos muchos errores. Pues, si pudiéramos dominar la lengua, seríamos perfectos, capaces de controlarnos en todo sentido.
3
Podemos hacer que un caballo vaya adonde queramos si le ponemos un pequeño freno en la boca.
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También un pequeño timón hace que un enorme barco gire adonde desee el capitán, por fuertes que sean los vientos.
5
De la misma manera, la lengua es algo pequeño que pronuncia grandes discursos.
Así también una sola chispa puede incendiar todo un bosque.
6
Y la lengua es una llama de fuego. Es un mundo entero de maldad que corrompe todo el cuerpo. Puede incendiar toda la vida, porque el infierno mismo la enciende.
7
El ser humano puede domar toda clase de animales, aves, reptiles y peces,
8
pero nadie puede domar la lengua. Es maligna e incansable, llena de veneno mortal.
9
A veces alaba a nuestro Señor y Padre, y otras veces maldice a quienes Dios creó a su propia imagen.
10
Y así, la bendición y la maldición salen de la misma boca. Sin duda, hermanos míos, ¡eso no está bien!
11
¿Acaso puede brotar de un mismo manantial agua dulce y agua amarga?
12
¿Acaso una higuera puede dar aceitunas o una vid, higos? No, como tampoco puede uno sacar agua dulce de un manantial salado.