5
¡Oh Señor
, qué grandes son tus obras!
Y qué profundos son tus pensamientos.
6
Sólo un simplón no sabría
y un necio no entendería que
7
aunque los malvados broten como maleza
y los malhechores florezcan,
serán destruidos para siempre.
8
Tú, oh Señor
, para siempre serás exaltado.
9
Tus enemigos, Señor
, sin duda perecerán;
todos los malhechores quedarán esparcidos.
10
Pero tú me has hecho fuerte como un buey salvaje;
me has ungido con el mejor aceite.
11
Mis ojos vieron la caída de mis enemigos;
mis oídos escucharon la derrota de mis perversos oponentes.
12
Pero los justos florecerán como palmeras
y se harán fuertes como los cedros del Líbano;
13
trasplantados a la casa del Señor
,
florecen en los atrios de nuestro Dios.
14
Incluso en la vejez aún producirán fruto,
seguirán verdes y llenos de vitalidad.
15
Declararán: «¡El Señor
es justo!
¡Es mi roca!
¡No existe maldad en él!».