14
Sálvame, para que te alabe públicamente en las puertas de Jerusalén,
para que me alegre porque me has rescatado.
15
Las naciones han caído en el hoyo que cavaron para otros;
sus propios pies quedaron atrapados en la trampa que tendieron.
16
Al Señor
lo conocen por su justicia;
los malvados son presos de sus propias acciones.
Interludio de silencio
17
Los malvados descenderán a la tumba;
este es el destino de las naciones que se olvidan de Dios.
18
Pero aquellos que pasen necesidad no quedarán olvidados para siempre;
las esperanzas del pobre no siempre serán aplastadas.
19
¡Levántate, oh Señor
!
¡No permitas que simples mortales te desafíen!
¡Juzga a las naciones!
20
Haz que tiemblen de miedo, oh Señor
;
que las naciones sepan que no son más que seres humanos.
Interludio