8
No tengo quejas de tus sacrificios
ni de las ofrendas quemadas que ofreces constantemente.
9
Pero no necesito los toros de tus establos
ni las cabras de tus corrales.
10
Pues todos los animales del bosque son míos,
y soy dueño del ganado de mil colinas.
11
Conozco a cada pájaro de las montañas,
y todos los animales del campo me pertenecen.
12
Si tuviera hambre, no te lo diría a ti,
porque mío es el mundo entero y todo lo que hay en él.
13
¿Acaso me alimento de carne de toro?
¿Acaso bebo sangre de cabra?
14
Haz que la gratitud sea tu sacrificio a Dios
y cumple los votos que le has hecho al Altísimo.
15
Luego llámame cuando tengas problemas,
y yo te rescataré,
y tú me darás la gloria».
16
Pero Dios dice a los perversos:
«¿Para qué se molestan en recitar mis decretos
y en fingir que obedecen mi pacto?
17
Pues rechazan mi disciplina
y tratan mis palabras como basura.
18
Cuando ven ladrones, les dan su aprobación,
y se pasan el tiempo con adúlteros.