2
Eres el más apuesto de todos;
de tus labios se desprenden palabras amables.
Dios mismo te ha bendecido para siempre.
3
¡Ponte la espada, oh poderoso guerrero!
¡Eres tan glorioso, tan majestuoso!
4
Cabalga con majestad hacia la victoria
y defiende la verdad, la humildad y la justicia.
¡Avanza para realizar obras imponentes!
5
Tus flechas son afiladas; traspasan el corazón de tus enemigos,
y las naciones caen a tus pies.
6
Tu trono, oh Dios,
permanece por siempre y para siempre;
tú gobiernas con un cetro de justicia.
7
Amas la justicia y odias la maldad.
Por eso Dios —tu Dios— te ha ungido
derramando el aceite de alegría sobre ti más que sobre cualquier otro.
8
Mirra, áloe y casia perfuman tu manto;
en palacios de marfil, la música de cuerdas te entretiene.
9
Hijas de reyes hay entre las mujeres de tu corte;
a tu derecha está la reina,
¡lleva joyas del oro más fino de Ofir!
10
Escúchame, oh hija de la realeza; toma en serio lo que te digo:
olvídate de tu pueblo y de tu familia, que están lejos.
11
Pues tu esposo, el rey, se deleita en tu belleza;
hónralo, porque él es tu señor.
12
La princesa de Tiro
te colmará de regalos;
los ricos suplicarán tu favor.