3
No fue con sus espadas que conquistaron la tierra,
ni sus brazos fuertes les dieron la victoria.
Fueron tu mano derecha y tu brazo fuerte,
y la luz cegadora de tu rostro que los ayudó,
porque los amabas.
4
Tú eres mi Rey y mi Dios;
tú decretas las victorias de Israel.
5
Solo con tu poder hacemos retroceder a nuestros enemigos,
solo en tu nombre podemos pisotear a nuestros adversarios.
6
No confío en mi arco
ni dependo de que mi espada me salve.
7
Tú eres el que nos da la victoria sobre nuestros enemigos;
avergüenzas a los que nos odian.
8
Oh Dios, todo el día te damos gloria
y alabamos tu nombre constantemente.
Interludio
9
Pero ahora nos hiciste a un lado en deshonra;
ya no estás al frente de nuestros ejércitos en batalla.
10
Nos haces huir en retirada de nuestros enemigos
y dejas que los que nos odian saqueen nuestra tierra.
11
Nos descuartizaste como a ovejas,
y nos esparciste entre las naciones.
12
Vendiste a tu precioso pueblo por una miseria
y no ganaste nada con la venta.
13
Permites que nuestros vecinos se burlen de nosotros;
somos objeto de desprecio y desdén de quienes nos rodean.