7
¡Jamás podría escaparme de tu Espíritu!
¡Jamás podría huir de tu presencia!
8
Si subo al cielo, allí estás tú;
si desciendo a la tumba,
allí estás tú.
9
Si cabalgo sobre las alas de la mañana,
si habito junto a los océanos más lejanos,
10
aun allí me guiará tu mano
y me sostendrá tu fuerza.
11
Podría pedirle a la oscuridad que me ocultara,
y a la luz que me rodea, que se convierta en noche;
12
pero ni siquiera en la oscuridad puedo esconderme de ti.
Para ti, la noche es tan brillante como el día.
La oscuridad y la luz son lo mismo para ti.
13
Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo
y me entretejiste en el vientre de mi madre.
14
¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo!
Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien.
15
Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto,
mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz.
16
Me viste antes de que naciera.
Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro.
Cada momento fue diseñado
antes de que un solo día pasara.
17
Qué preciosos son tus pensamientos acerca de mí,
oh Dios.
¡No se pueden enumerar!