20
para escuchar los gemidos de los prisioneros,
para poner en libertad a los condenados a muerte.
21
Por eso la fama del Señor
se celebrará en Sión,
y sus alabanzas en Jerusalén,
22
cuando las multitudes se reúnan
y los reinos vengan a adorar al Señor
.
23
En la mitad de mi vida, me quebró las fuerzas,
y así acortó mis días.
24
Pero clamé a él: «Oh mi Dios, el que vive para siempre,
¡no me quites la vida en la flor de mi juventud!
25
Hace mucho tiempo echaste los cimientos de la tierra
y con tus manos formaste los cielos.
26
Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre;
se desgastarán como ropa vieja.
Tú los cambiarás
y los desecharás como si fueran ropa.
27
Pero tú siempre eres el mismo;
tú vivirás para siempre.
28
Los hijos de tu pueblo
vivirán seguros;
los hijos de sus hijos
prosperarán en tu presencia».