2
Entonces demostrarás discernimiento,
y tus labios expresarán lo que has aprendido.
3
Pues los labios de una mujer inmoral son tan dulces como la miel
y su boca es más suave que el aceite.
4
Pero al final ella resulta ser tan amarga como el veneno,
tan peligrosa como una espada de dos filos.
5
Sus pies descienden a la muerte,
sus pasos conducen derecho a la tumba.
6
Pues a ella no le interesa en absoluto el camino de la vida.
Va tambaleándose por un sendero torcido y no se da cuenta.
7
Así que ahora, hijos míos, escúchenme.
Nunca se aparten de lo que les voy a decir:
8
¡Aléjate de ella!
¡No te acerques a la puerta de su casa!
9
Si lo haces perderás el honor,
y perderás todo lo que has logrado a manos de gente que no tiene compasión.
10
Gente extraña consumirá tus riquezas,
y otro disfrutará del fruto de tu trabajo.
11
Al final, gemirás de angustia
cuando la enfermedad consuma tu cuerpo.
12
Dirás: «¡Cuánto odié la disciplina!
¡Si tan solo no hubiera despreciado todas las advertencias!