3
Entonces dirán: «No tenemos rey
porque no temimos al Señor
.
Pero aun si tuviéramos un rey,
¿qué podría hacer por nosotros?».
4
La gente habla palabras vacías
y hace pactos que no tiene intención de cumplir.
Así que la injusticia brota en medio de ellos
como hierbas venenosas en el campo de un agricultor.
5
La gente de Samaria tiembla de miedo
por lo que pudiera ocurrirle a su ídolo, el becerro en Bet-avén.
El pueblo está de luto y los sacerdotes se lamentan
porque la gloria del ídolo será quitada.
6
Este ídolo será llevado a Asiria,
un regalo para el gran rey.
Se burlarán de Efraín e Israel será avergonzado
porque confiaron en ese ídolo.
7
Samaria y su rey serán arrancados;
flotarán a la deriva como un madero sobre las olas del mar.
8
Y los santuarios paganos de Avén,
donde Israel pecaba, se derrumbarán.
Alrededor de sus altares crecerán espinos y cardos.
Suplicarán a los montes: «¡Entiérrennos!»
y rogarán a las colinas: «¡Caigan sobre nosotros!».
9
Dice el Señor
: «¡Oh Israel, desde los tiempos de Guibeá,
hay tan solo pecado y más pecado!
No has mejorado en absoluto.
¿Acaso no fue justo que los hombres perversos de Guibeá fueran atacados?
10
Ahora, cuando concuerde con mis planes,
también a ustedes los atacaré.
Llamaré a los ejércitos de las naciones
para castigarlos por sus múltiples pecados.
11
»Israel
es como una vaquilla entrenada que pisotea el grano,
un trabajo fácil que le encanta.
Pero yo pondré un yugo pesado sobre su tierno cuello.
Forzaré a Judá a tirar el arado
y a Israel
a labrar la tierra dura.
12
Yo dije: “Planten buenas semillas de justicia,
y levantarán una cosecha de amor.
Aren la dura tierra de sus corazones,
porque ahora es tiempo de buscar al Señor
para que él venga
y haga llover justicia sobre ustedes”.
13
»Sin embargo, han cultivado perversidad
y han levantado una abundante cosecha de pecados.
Han comido el fruto de la mentira,
confiando en su poderío militar
y creyendo que los grandes ejércitos
podrían mantener a su nación a salvo.
14
Ahora los terrores de la guerra
se levantarán entre su gente.
Todas sus fortificaciones caerán,
tal como Salmán destruyó a Bet-arbel.
Allí, a las madres y a los niños
los estrellaron contra el suelo hasta matarlos.
15
Habitantes de Betel, debido a su gran maldad,
les espera el mismo destino.
Cuando amanezca el día del juicio,
el rey de Israel será completamente destruido.