4
La serpiente de bronce
Luego el pueblo de Israel salió del monte Hor y tomó el camino hacia el mar Rojo
para bordear la tierra de Edom; pero el pueblo se impacientó con tan larga jornada
5
y comenzó a hablar contra Dios y Moisés: «¿Por qué nos sacaron de Egipto para morir aquí en el desierto? —se quejaron—. Aquí no hay nada para comer ni agua para beber. ¡Además, detestamos este horrible maná!».
6
Entonces el Señor
envió serpientes venenosas entre el pueblo y muchos fueron mordidos y murieron.
7
Así que el pueblo acudió a Moisés y clamó: «Hemos pecado al hablar contra el Señor
y contra ti. Pide al Señor
que quite las serpientes».
Así pues, Moisés oró por el pueblo.
8
Entonces el Señor
le dijo a Moisés: «Haz la figura de una serpiente venenosa y átala a un poste. Todos los que sean mordidos vivirán tan solo con mirar la serpiente».
9
Así que Moisés hizo una serpiente de bronce y la ató a un poste. ¡Entonces los que eran mordidos por una serpiente miraban la serpiente de bronce y sanaban!
10
Viaje de Israel a Moab
Después, los israelitas viajaron a Obot y acamparon allí.
11
Luego siguieron a Ije-abarim, en el desierto situado en la frontera oriental de Moab.
12
De allí viajaron al valle del arroyo Zered y armaron el campamento.
13
Después partieron y acamparon en el otro lado del río Arnón, en el desierto junto al territorio amorreo. El río Arnón forma la frontera que divide a los moabitas de los amorreos.
14
Por esta razón
habla de la ciudad de Vaheb en la región de Sufa, de los barrancos del río Arnón,