24
Así que los israelitas los masacraron a filo de espada y ocuparon su tierra, desde el río Arnón hasta el río Jaboc. Avanzaron solo hasta los límites de los amonitas porque su frontera estaba fortificada.
25
De manera que Israel tomó todas las ciudades amorreas y se estableció en ellas, incluida la ciudad de Hesbón y sus aldeas vecinas.
26
Hesbón había sido la capital de Sehón, rey de los amorreos. Él había derrotado al rey moabita anterior y se había apoderado de toda su tierra hasta el río Arnón.
27
Por eso los poetas antiguos escribieron lo siguiente sobre él:
«¡Vengan a Hesbón y que sea reconstruida!
Que la ciudad de Sehón sea restaurada.
28
Un fuego ardiente salió de Hesbón,
un incendio de la ciudad de Sehón.
Quemó la ciudad de Ar en Moab;
destruyó a los gobernantes de las alturas de Arnón.
29
¡Qué aflicción te espera, oh pueblo de Moab!
¡Están acabados, oh adoradores de Quemos!
Quemos dejó a sus hijos como refugiados,
a sus hijas como cautivas de Sehón, el rey amorreo.
30
Los hemos destruido por completo,
desde Hesbón hasta Dibón.
Los hemos exterminado por completo,
hasta lugares tan lejanos como Nofa y Medeba».
31
Así pues, el pueblo de Israel ocupó el territorio de los amorreos.
32
Después que Moisés envió hombres a explorar la región de Jazer, tomaron todas las ciudades de la región y expulsaron a los amorreos que vivían allí.
33
Luego volvieron y se marcharon por el camino que se dirige a Basán, pero Og, rey de Basán, los atacó con todo su pueblo en Edrei.
34
El Señor
le dijo a Moisés: «No le tengas miedo, porque yo te lo he entregado junto con toda su gente y su tierra. Haz con él lo mismo que hiciste con Sehón, rey de los amorreos, que gobernó en Hesbón».