8
Moisés le habló de nuevo a Coré: «¡Ahora escuchen, levitas!
9
¿Les parece de poca importancia que el Dios de Israel los escogiera de entre toda la comunidad para estar cerca de él de manera que sirvan en el tabernáculo del Señor
y que estén delante de los israelitas para ministrarles?
10
Coré, él ya les dio este ministerio especial a ti y a tus hermanos levitas. ¿Ahora también reclaman el sacerdocio?
11
¡En realidad es contra el Señor
que tú y tus seguidores se rebelan! Pues, ¿quién es Aarón para que se quejen de él?».
12
Luego Moisés mandó llamar a Datán y a Abiram, los hijos de Eliab, pero ellos respondieron: «¡Rehusamos presentarnos ante ti!
13
¿No te basta que nos sacaste de Egipto, una tierra donde fluyen la leche y la miel, para matarnos aquí en este desierto, y que además ahora nos trates como a tus súbditos?
14
Es más, no nos has llevado a una tierra donde fluyen la leche y la miel. Ni nos has dado una nueva patria con campos y viñedos. ¿Intentas engañar a estos hombres?
¡Nosotros no iremos!».
15
Entonces Moisés se enojó mucho y le dijo al Señor
: «¡No aceptes sus ofrendas de grano! Yo no les he quitado ni siquiera un burro, ni jamás he lastimado a ninguno de ellos».
16
Y Moisés le dijo a Coré: «Tú y tus seguidores deberán venir aquí mañana y presentarse ante el Señor
. Aarón también estará presente.
17
Tú y cada uno de tus doscientos cincuenta seguidores deberán preparar un incensario y ponerle incienso para que todos puedan presentarlos ante el Señor
. Aarón también llevará el suyo».
18
Así que cada hombre preparó un recipiente para quemar incienso, lo encendió y le puso incienso. Después se presentaron a la entrada del tabernáculo
con Moisés y Aarón.
19
Mientras tanto, Coré había incitado a toda la comunidad contra Moisés y Aarón, y todos se reunieron a la entrada del tabernáculo. Entonces la gloriosa presencia del Señor
se apareció ante toda la comunidad.
20
Y el Señor
les dijo a Moisés y a Aarón:
21
—¡Aléjense de todas estas personas para que pueda destruirlas en el acto!
22
Pero Moisés y Aarón cayeron rostro en tierra y rogaron:
—¡Oh Dios, tú eres el Dios que da aliento a todas las criaturas! ¿Tienes que enojarte con todo el pueblo cuando solo un hombre peca?
23
Y el Señor
le dijo a Moisés:
24
—Entonces dile a todo el pueblo que se aleje de las carpas de Coré, Datán y Abiram.
25
Así que Moisés se levantó y fue a toda prisa hasta las carpas de Datán y Abiram, seguido por los ancianos de Israel.
26
«¡Rápido! —le dijo a la gente—, aléjense de las carpas de estos hombres perversos y no toquen ninguna de sus pertenencias. De lo contrario, serán destruidos por el pecado de ellos».
27
Entonces todo el pueblo se alejó de las carpas de Coré, Datán y Abiram. Pero Datán y Abiram salieron y esperaron de pie a la entrada de sus carpas, junto con sus esposas, sus hijos y sus pequeños.
28
Y Moisés les dijo: «Esta es la manera en que sabrán que el Señor
me ha enviado a realizar todas estas cosas, pues no las he hecho por mi propia cuenta.