5
Entonces Moisés y Aarón cayeron rostro en tierra ante toda la comunidad de Israel.
6
Dos de los hombres que exploraron la tierra, Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefone, se rasgaron la ropa
7
y dijeron a todo el pueblo de Israel: «¡La tierra que atravesamos y exploramos es maravillosa!
8
Si el Señor
se agrada de nosotros, él nos llevará a salvo a esa tierra y nos la entregará. Es una tierra fértil, donde fluyen la leche y la miel.
9
No se rebelen contra el Señor
y no teman al pueblo de esa tierra. ¡Para nosotros son como presa indefensa! ¡Ellos no tienen protección, pero el Señor
está con nosotros! ¡No les tengan miedo!».
10
Sin embargo, toda la comunidad comenzó a decir que apedrearan a Josué y a Caleb. Entonces la gloriosa presencia del Señor
se apareció a todos los israelitas en el tabernáculo.
11
Y el Señor
le dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo me despreciará este pueblo? ¿Nunca me creerán, aun después de todas las señales milagrosas que hice entre ellos?
12
Negaré que son míos y los destruiré con una plaga. ¡Luego te convertiré en una nación grande y más poderosa que ellos!».
13
Moisés intercede por el pueblo
Pero Moisés respondió:
—¿Qué pensarán los egipcios cuando oigan acerca de esto? —le preguntó al Señor
—. Ellos saben muy bien cómo demostraste tu poder cuando rescataste a tu pueblo de Egipto.
14
Si ahora los destruyes, entonces los egipcios lo informarán a los habitantes de esta tierra, los cuales ya escucharon que vives en medio de tu pueblo. Ellos saben, Señor
, que te apareciste a tu pueblo cara a cara y que tu columna de nube se mantiene en el aire sobre ellos. Saben que de día vas delante de ellos en la columna de nube y por la noche en la columna de fuego.
15
Así que si ahora matas a todo el pueblo de un solo golpe, las naciones que han oído acerca de tu fama dirán: