13
¿De dónde se supone que voy a conseguir carne para toda esta gente? No dejan de quejarse conmigo diciendo: “¡Danos carne para comer!”.
14
¡Solo no puedo soportar a todo este pueblo! ¡La carga es demasiado pesada!
15
Si esta es la manera como piensas tratarme, sería mejor que me mataras. ¡Hazme ese favor y ahórrame esta miseria!
16
Moisés selecciona setenta líderes
Entonces el Señor
le dijo a Moisés:
—Reúne delante de mí a setenta hombres que sean reconocidos como ancianos y jefes de Israel. Llévalos al tabernáculo
para que permanezcan junto a ti.
17
Yo descenderé y allí hablaré contigo. Tomaré del Espíritu que está sobre ti y lo pondré sobre ellos también. Llevarán la carga del pueblo junto contigo, y de esa manera no tendrás que soportarla tú solo.
18
»También dile al pueblo: “Purifíquense, porque mañana tendrán carne para comer. Ustedes gemían y el Señor
oyó sus quejidos: ‘¡Oh, un poco de carne! ¡Estábamos en mejores condiciones en Egipto!’. Ahora, el Señor
les dará carne y tendrán que comérsela.
19
Y no será solo un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni aun veinte.
20
La comerán durante un mes entero, hasta que les produzca náuseas y estén hartos de tanta carne. Pues han rechazado al Señor
que está aquí entre ustedes y han lloriqueado diciendo: ‘¿Por qué dejamos Egipto?’”.
21
Entonces Moisés respondió al Señor
:
—¡Hay seiscientos mil soldados de infantería aquí conmigo y aun así dices: “Yo les daré carne durante un mes entero”!
22
Aunque matáramos a todos nuestros rebaños y manadas, ¿podría eso satisfacerlos? O si pescáramos todos los peces del mar, ¿alcanzaría?
23
Entonces el Señor
le dijo a Moisés:
—¿Acaso mi brazo ha perdido su poder? ¡Ahora verás si mi palabra se cumple o no!
24
Así que Moisés salió y comunicó al pueblo las palabras del Señor
. Juntó a los setenta ancianos y los colocó alrededor del tabernáculo.
25
Después el Señor
descendió en la nube y le habló a Moisés. Entonces les dio a los setenta ancianos del mismo Espíritu que estaba sobre Moisés; y cuando el Espíritu se posó sobre ellos, los ancianos profetizaron; pero esto nunca volvió a suceder.
26
Sin embargo, dos hombres, Eldad y Medad, se habían quedado en el campamento. Ellos estaban incluidos en la lista de los ancianos, pero no se presentaron en el tabernáculo. Aun así, el Espíritu también se posó sobre ellos y profetizaron allí en el campamento.
27
Un joven corrió y le informó a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!».
28
Entonces Josué, hijo de Nun, que era ayudante de Moisés desde su juventud, protestó:
—Moisés, mi señor, ¡detenlos!
29
Pero Moisés respondió:
—¿Estás celoso por mí? Ya quisiera que todos los del pueblo del Señor
fueran profetas y que el Señor
pusiera su Espíritu sobre todos.
30
Entonces Moisés regresó al campamento con los ancianos de Israel.
31
El Señor
envía codornices
Ahora bien, el Señor
envió un viento que trajo codornices desde el mar y las dejó caer por todo el campamento. Las codornices volaban por kilómetros en todas las direcciones a la altura de un metro sobre la superficie de la tierra.
32
Así que el pueblo salió y atrapó codornices todo ese día, a lo largo de la noche y también todo el día siguiente. ¡Nadie recogió menos de dos mil kilos!
Entonces las pusieron a secar por todo el campamento.
33
Pero mientras se saciaban de carne —cuando aún estaba en sus bocas— el enojo del Señor
se encendió contra el pueblo y los castigó con una plaga muy grave.
34
Así que ese lugar fue llamado Kibrot-hataava (que significa «tumbas de glotonería») porque allí enterraron a la gente que codiciaba la carne de Egipto.
35
Después, los israelitas viajaron de Kibrot-hataava a Hazerot, donde se quedaron por algún tiempo.