5
«Dile a la gente de Jerusalén:
“Mira, tu Rey viene hacia ti.
Es humilde y llega montado en un burro:
montado en la cría de una burra”»
.
6
Los dos discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado.
7
Llevaron la burra y su cría, pusieron sus prendas sobre la cría, y Jesús se sentó allí.
8
De la multitud presente, la mayoría tendió sus prendas sobre el camino delante de él, y otros cortaron ramas de los árboles y las extendieron sobre el camino.
9
Jesús estaba en el centro de la procesión, y toda la gente que lo rodeaba gritaba:
«¡Alaben a Dios
por el Hijo de David!
¡Bendiciones al que viene en el nombre del Señor
!
¡Alaben a Dios en el cielo más alto!»
.
10
Toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada a medida que Jesús entraba. «¿Quién es este?», preguntaban.
11
Y las multitudes contestaban: «Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea».
12
Jesús despeja el templo
Jesús entró en el templo y comenzó a echar a todos los que compraban y vendían animales para el sacrificio. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas.
13
Les dijo:
14
Los ciegos y los cojos se acercaron a Jesús en el templo y él los sanó.
15
Los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa vieron esos milagros maravillosos y oyeron que hasta los niños en el templo gritaban: «Alaben a Dios por el Hijo de David».
Sin embargo, los líderes estaban indignados.
16
Le preguntaron a Jesús:
—¿Oyes lo que dicen esos niños?
—contestó Jesús—.
17
Luego regresó a Betania, donde pasó la noche.
18
Jesús maldice la higuera
Por la mañana, cuando Jesús regresaba a Jerusalén, tuvo hambre
19
y vio que había una higuera junto al camino. Se acercó para ver si tenía higos, pero solo había hojas. Entonces le dijo:
De inmediato, la higuera se marchitó.
20
Al ver eso los discípulos quedaron asombrados y le preguntaron:
—¿Cómo se marchitó tan rápido la higuera?
21
Entonces Jesús les dijo:
22
Ustedes pueden orar por cualquier cosa, y si tienen fe la recibirán.
23
Desafían la autoridad de Jesús
Cuando Jesús regresó al templo y comenzó a enseñar, se le acercaron los principales sacerdotes y los ancianos.
—¿Con qué autoridad haces todas estas cosas? —le reclamaron—. ¿Quién te dio el derecho?
24
—respondió Jesús—.
25
Ellos discutieron el asunto unos con otros: «Si decimos que provenía del cielo, nos preguntará por qué no le creímos a Juan;