25
Ella se acercó y lo adoró, y le rogó una vez más:
—¡Señor, ayúdame!
26
Jesús le respondió:
27
—Es verdad, Señor —respondió la mujer—, pero hasta a los perros se les permite comer las sobras que caen bajo la mesa de sus amos.
28
—le dijo Jesús—,
Y al instante la hija se sanó.
29
Jesús sana a mucha gente
Jesús regresó al mar de Galilea, subió a una colina y se sentó.
30
Una inmensa multitud le llevó a personas cojas, ciegas, lisiadas, mudas y a muchas más. Las pusieron delante de Jesús y él las sanó a todas.
31
¡La multitud quedó asombrada! Los que no podían hablar, ahora hablaban; los lisiados quedaron sanos, los cojos caminaban bien y los ciegos podían ver; y alababan al Dios de Israel.
32
Jesús alimenta a cuatro mil
Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
33
Los discípulos contestaron:
—¿Dónde conseguiríamos comida suficiente aquí en el desierto para semejante multitud?
34
—preguntó Jesús.
—Siete panes y unos pocos pescaditos —contestaron ellos.
35
Entonces Jesús le dijo a la gente que se sentara en el suelo.