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Discusión acerca del día de descanso
Por ese tiempo, Jesús caminaba en el día de descanso por unos terrenos sembrados. Sus discípulos tenían hambre, entonces comenzaron a arrancar unas espigas de grano y a comérselas.
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Algunos fariseos los vieron y protestaron:
—Mira, tus discípulos violan la ley al cosechar granos en el día de descanso.
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—¿No han leído en las Escrituras lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre?
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Entró en la casa de Dios, y él y sus compañeros violaron la ley al comer los panes sagrados, que solo a los sacerdotes se les permitía comer.
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¿Y no han leído en la ley de Moisés que los sacerdotes de turno en el templo pueden trabajar en el día de descanso?
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Les digo, ¡aquí hay uno que es superior al templo!
7
Ustedes no habrían condenado a mis discípulos —quienes son inocentes— si conocieran el significado de la Escritura que dice: “Quiero que tengan compasión, no que ofrezcan sacrificios”
.
8
Pues el Hijo del Hombre
es Señor,
¡incluso del día de descanso!
9
Jesús sana en el día de descanso
Luego Jesús entró en la sinagoga de ellos,
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y allí vio a un hombre que tenía una mano deforme. Los fariseos le preguntaron a Jesús:
—¿Permite la ley que una persona trabaje sanando en el día de descanso?
(Esperaban que él dijera que sí para poder levantar cargos en su contra).
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Él les respondió:
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¡Y cuánto más valiosa es una persona que una oveja! Así es, la ley permite que una persona haga el bien en el día de descanso.
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Después le dijo al hombre:
Entonces el hombre la extendió, y la mano quedó restaurada, ¡igual que la otra!
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Entonces los fariseos convocaron a una reunión para tramar cómo matar a Jesús.
15
Jesús, el Siervo elegido de Dios
Pero Jesús sabía lo que ellos tenían en mente. Entonces salió de esa región, y mucha gente lo siguió. Sanó a todos los enfermos de esa multitud,
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pero les advirtió que no revelaran quién era él.
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Con eso se cumplió la profecía de Isaías acerca de él:
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«Miren a mi Siervo, al que he elegido.
Él es mi Amado, quien me complace.
Pondré mi Espíritu sobre él,
y proclamará justicia a las naciones.
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No peleará ni gritará,
ni levantará su voz en público.
20
No aplastará la caña más débil
ni apagará una vela que titila.
Al final, hará que la justicia salga victoriosa.
21
Y su nombre será la esperanza
de todo el mundo»
.
22
Jesús y el príncipe de los demonios
Luego le llevaron a Jesús a un hombre ciego y mudo que estaba poseído por un demonio. Jesús sanó al hombre para que pudiera hablar y ver.
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La multitud quedó llena de asombro, y preguntaba: «¿Será posible que Jesús sea el Hijo de David, el Mesías?».
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Pero cuando los fariseos oyeron del milagro, dijeron: «Con razón puede expulsar demonios. Él recibe su poder de Satanás,
el príncipe de los demonios».
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Jesús conocía sus pensamientos y les contestó: