22
A menudo el espíritu lo arroja al fuego o al agua para matarlo. Ten misericordia de nosotros y ayúdanos si puedes.
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—preguntó Jesús—.
24
Al instante el padre clamó:
—¡Sí, creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad!
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Cuando Jesús vio que aumentaba el número de espectadores, reprendió al espíritu maligno.
—dijo—.
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Entonces el espíritu gritó, le causó otra convulsión violenta al muchacho y salió de él. El muchacho quedó como muerto. Un murmullo recorrió la multitud: «Está muerto», decía la gente.
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Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó, y el muchacho se puso de pie.
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Más tarde, cuando Jesús quedó a solas en la casa con sus discípulos, ellos le preguntaron:
—¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese espíritu maligno?
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Jesús contestó:
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Jesús predice otra vez su muerte
Saliendo de esa región, viajaron por Galilea. Jesús no quería que nadie supiera que él estaba allí,
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porque deseaba pasar más tiempo con sus discípulos y enseñarles. Les dijo:
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Ellos no entendieron lo que quería decir, sin embargo, tenían miedo de preguntarle.