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Luego Jesús entró en una casa para alejarse de la multitud, y sus discípulos le preguntaron qué quiso decir con la parábola que acababa de emplear.
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—preguntó—.
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(Al decir eso, declaró que toda clase de comida es aceptable a los ojos de Dios).
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Y entonces agregó:
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Pues de adentro, del corazón de la persona, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, el robo, el asesinato,
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el adulterio, la avaricia, la perversidad, el engaño, los deseos sensuales, la envidia, la calumnia, el orgullo y la necedad.
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Todas esas vilezas provienen de adentro; esas son las que los contaminan».
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La fe de una mujer gentil
Luego Jesús salió de Galilea y se dirigió al norte, a la región de Tiro.
No quería que nadie supiera en qué casa se hospedaba, pero no pudo ocultarlo.
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Enseguida una mujer que había oído de él se acercó y cayó a sus pies. Su hijita estaba poseída por un espíritu maligno,
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y ella le suplicó que expulsara al demonio de su hija.
Como la mujer era una gentil,
nacida en la región de Fenicia que está en Siria,
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Jesús le dijo:
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—Es verdad, Señor —respondió ella—, pero hasta a los perros que están debajo de la mesa se les permite comer las sobras del plato de los hijos.
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—le dijo Jesús—.
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Cuando ella llegó a su casa, encontró a su hijita tranquila recostada en la cama, y el demonio se había ido.
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Jesús sana a un sordo
Jesús salió de Tiro y subió hasta Sidón antes de regresar al mar de Galilea y a la región de las Diez Ciudades.
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Le trajeron a un hombre sordo con un defecto del habla, y la gente le suplicó a Jesús que pusiera sus manos sobre el hombre para sanarlo.
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Jesús lo llevó aparte de la multitud para poder estar a solas con él. Metió sus dedos en los oídos del hombre. Después escupió sobre sus propios dedos y tocó la lengua del hombre.
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Mirando al cielo, suspiró y dijo:
que significa
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Al instante el hombre pudo oír perfectamente bien y se le desató la lengua, de modo que hablaba con total claridad.
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Jesús le dijo a la multitud que no lo contaran a nadie, pero cuanto más les pedía que no lo hicieran, tanto más hacían correr la voz.