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Los impuestos para el César
Después los ancianos enviaron a algunos fariseos y partidarios de Herodes para hacer que Jesús cayera en la trampa de decir algo por lo cual pudiera ser arrestado.
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—Maestro —dijeron—, sabemos lo honesto que eres. Eres imparcial y no tienes favoritismos. Enseñas con verdad el camino de Dios. Ahora dinos, ¿es correcto que paguemos impuestos al César o no?
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¿Debemos o no pagarlos?
Jesús se dio cuenta de su hipocresía y dijo:
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Cuando se la dieron, les preguntó:
—Al César —contestaron.
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—dijo Jesús—,
Su respuesta los dejó totalmente asombrados.
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Discusión acerca de la resurrección
Después se acercaron a Jesús algunos saduceos, líderes religiosos que dicen que no hay resurrección después de la muerte. Le plantearon la siguiente pregunta:
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—Maestro, Moisés nos dio una ley que dice que, si un hombre muere y deja a una esposa sin hijos, su hermano debe casarse con la viuda y darle un hijo para que el nombre del hermano continúe.
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Ahora bien, supongamos que había siete hermanos. El mayor se casó y murió sin dejar hijos.
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Entonces el segundo hermano se casó con la viuda, pero también murió sin dejar hijos. Luego el tercer hermano se casó con ella.
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Lo mismo sucedió con los siete y aún no había hijos. Por último, la mujer también murió.
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Entonces dinos, ¿de quién será esposa en la resurrección? Pues los siete estuvieron casados con ella.