20
—Maestro —respondió el hombre—, he obedecido todos esos mandamientos desde que era joven.
21
Jesús miró al hombre y sintió profundo amor por él.
—le dijo—.
22
Al oír esto, el hombre puso cara larga y se fue triste porque tenía muchas posesiones.
23
Jesús miró a su alrededor y dijo a sus discípulos:
24
Los discípulos quedaron asombrados de sus palabras. Pero Jesús volvió a decir:
25
De hecho, ¡es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios!».
26
Los discípulos quedaron atónitos.
—Entonces, ¿quién podrá ser salvo? —preguntaron.
27
Jesús los miró fijamente y dijo:
28
Entonces Pedro comenzó a hablar.
—Nosotros hemos dejado todo para seguirte —dijo.
29
—respondió Jesús—,
30
recibirá ahora a cambio cien veces más el número de casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y bienes, junto con persecución; y en el mundo que vendrá, esa persona tendrá la vida eterna.