9
Ustedes están bajo maldición porque toda la nación me ha estado estafando.
10
Traigan todos los diezmos al depósito del templo, para que haya suficiente comida en mi casa. Si lo hacen —dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales— les abriré las ventanas de los cielos. ¡Derramaré una bendición tan grande que no tendrán suficiente espacio para guardarla! ¡Inténtenlo! ¡Pónganme a prueba!
11
»Sus cosechas serán abundantes porque las protegeré de insectos y enfermedades.
Las uvas no caerán de las vides antes de madurar —dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales—.
12
Entonces todas las naciones los llamarán benditos, porque su tierra será un deleite, dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales.
13
»Ustedes han dicho cosas terribles acerca de mí, dice el Señor
.
»Sin embargo, ustedes preguntan: “¿Qué quieres decir? ¿Qué hemos dicho contra ti?”.
14
»Ustedes han dicho: “¿De qué vale servir a Dios? ¿Qué hemos ganado con obedecer sus mandamientos o demostrarle al Señor
de los Ejércitos Celestiales que nos sentimos apenados por nuestros pecados?
15
De ahora en adelante llamaremos bendito al arrogante. Pues los que hacen maldad se enriquecen y los que desafían a Dios a que los castigue no sufren ningún daño”».
16
Promesa de la misericordia de Dios
Entonces los que temían al Señor
hablaron entre sí y el Señor
escuchó lo que dijeron. En la presencia de él, escribieron un rollo de memorias para registrar los nombres de los que temían al Señor
y siempre pensaban en el honor de su nombre.
17
«Ellos serán mi pueblo —dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales—. El día en que yo venga para juzgar, serán mi tesoro especial. Les tendré compasión así como un padre le muestra compasión a un hijo obediente.
18
Entonces de nuevo podrán ver la diferencia entre los justos y los perversos, entre los que sirven a Dios y los que no lo hacen».