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Cuando llegó la hora, Jesús y los apóstoles se sentaron juntos a la mesa.
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Jesús dijo:
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Pues ahora les digo que no volveré a comerla hasta que su significado se cumpla en el reino de Dios».
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Luego tomó en sus manos una copa de vino y le dio gracias a Dios por ella. Entonces dijo:
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Pues no volveré a beber vino hasta que venga el reino de Dios».
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Tomó un poco de pan y dio gracias a Dios por él. Luego lo partió en trozos, lo dio a sus discípulos y dijo:
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Después de la cena, tomó en sus manos otra copa de vino y dijo:
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»Pero aquí en esta mesa, sentado entre nosotros como un amigo, está el hombre que me traicionará.
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Pues está establecido que el Hijo del Hombre
tiene que morir. ¡Pero qué aflicción le espera a aquel que lo traiciona!».
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Los discípulos comenzaron a preguntarse unos a otros quién sería capaz de hacer semejante cosa.
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Después comenzaron a discutir quién sería el más importante entre ellos.
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Jesús les dijo:
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Pero entre ustedes será diferente. El más importante de ustedes deberá tomar el puesto más bajo, y el líder debe ser como un sirviente.
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¿Quién es más importante: el que se sienta a la mesa o el que la sirve? El que se sienta a la mesa, por supuesto. ¡Pero en este caso no!, pues yo estoy entre ustedes como uno que sirve.
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»Ustedes han estado conmigo durante mis tiempos de prueba.
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Así como mi Padre me concedió un reino, yo ahora les concedo el derecho
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de comer y beber a mi mesa en mi reino, y se sentarán sobre tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel.
31
Jesús predice la negación de Pedro
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pero yo he rogado en oración por ti, Simón, para que tu fe no falle, de modo que cuando te arrepientas y vuelvas a mí fortalezcas a tus hermanos».
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Pedro dijo:
—Señor, estoy dispuesto a ir a prisión contigo y aun a morir contigo.
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Jesús le respondió:
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Entonces Jesús les preguntó:
—No —respondieron ellos.
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—les dijo—,
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Pues ha llegado el tiempo en que se cumpla la siguiente profecía acerca de mí: “Fue contado entre los rebeldes”
. Así es, todo lo que los profetas escribieron acerca de mí se cumplirá.
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—Mira Señor —le respondieron—, contamos con dos espadas entre nosotros.
—les dijo.
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Jesús ora en el monte de los Olivos
Luego, acompañado por sus discípulos, Jesús salió del cuarto en el piso de arriba y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos.
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Allí les dijo:
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Se alejó a una distancia como de un tiro de piedra, se arrodilló y oró:
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«Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía».
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Entonces apareció un ángel del cielo y lo fortaleció.
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Oró con más fervor, y estaba en tal agonía de espíritu que su sudor caía a tierra como grandes gotas de sangre.