27
El hombre contestó:
—“Amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y con toda tu mente” y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
.
28
—le dijo Jesús—.
29
El hombre quería justificar sus acciones, entonces le preguntó a Jesús:
—¿Y quién es mi prójimo?
30
Parábola del buen samaritano
Jesús respondió con una historia:
31
»Un sacerdote pasó por allí de casualidad, pero cuando vio al hombre en el suelo, cruzó al otro lado del camino y siguió de largo.
32
Un ayudante del templo
pasó y lo vio allí tirado, pero también siguió de largo por el otro lado.
33
»Entonces pasó un samaritano despreciado y, cuando vio al hombre, sintió compasión por él.
34
Se le acercó y le alivió las heridas con vino y aceite de oliva, y se las vendó. Luego subió al hombre en su propio burro y lo llevó hasta un alojamiento, donde cuidó de él.
35
Al día siguiente, le dio dos monedas de plata
al encargado de la posada y le dijo: “Cuida de este hombre. Si los gastos superan esta cantidad, te pagaré la diferencia la próxima vez que pase por aquí”.
36
—preguntó Jesús.
37
El hombre contestó:
—El que mostró compasión.
Entonces Jesús le dijo:
38
Jesús visita a Marta y a María
Durante el viaje a Jerusalén, Jesús y sus discípulos llegaron a cierta aldea donde una mujer llamada Marta los recibió en su casa.
39
Su hermana María se sentó a los pies del Señor a escuchar sus enseñanzas,
40
pero Marta estaba distraída con los preparativos para la gran cena. Entonces se acercó a Jesús y le dijo:
—Maestro, ¿no te parece injusto que mi hermana esté aquí sentada mientras yo hago todo el trabajo? Dile que venga a ayudarme.
41
El Señor le dijo:
42
Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará.