2
Y les dio las siguientes instrucciones:
3
Ahora vayan, y recuerden que los envío como ovejas en medio de lobos.
4
No lleven con ustedes nada de dinero, ni bolso de viaje, ni un par de sandalias de repuesto; y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
5
»Cuando entren en la casa de alguien, primero digan: “La paz de Dios sea sobre esta casa”.
6
Si los que viven en la casa son gente de paz, la bendición permanecerá; si no lo son, la bendición regresará a ustedes.
7
No cambien de una casa a otra. Quédense en un lugar, coman y beban lo que les den. No duden en aceptar la hospitalidad, porque los que trabajan merecen recibir su salario.
8
»Si entran en un pueblo donde los reciben bien, coman todo lo que les ofrezcan.
9
Sanen a los enfermos y díganles: “El reino de Dios ahora está cerca de ustedes”.
10
Pero si un pueblo se niega a recibirlos bien, salgan a las calles y digan:
11
“Nos limpiamos de los pies hasta el polvo de su ciudad para mostrar que los abandonamos a su suerte. Y sepan esto: ¡el reino de Dios está cerca!”.
12
Les aseguro que, el día del juicio, le irá mejor a la perversa Sodoma que a ese pueblo.
13
»¡Qué aflicción les espera, Corazín y Betsaida! Pues, si en las perversas ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran hecho los milagros que hice entre ustedes, hace tiempo sus habitantes se habrían arrepentido de sus pecados vistiéndose de tela áspera y echándose ceniza sobre la cabeza en señal de remordimiento.
14
Así es, el día del juicio, les irá mejor a Tiro y Sidón que a ustedes.
15
Y ustedes, los de Capernaúm, ¿serán honrados en el cielo? No, descenderán al lugar de los muertos
».
16
Entonces dijo a sus discípulos:
17
Cuando los setenta y dos discípulos regresaron, le informaron llenos de alegría:
—¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre!
18
—les dijo—.
19
Miren, les he dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño.
20
Pero no se alegren de que los espíritus malignos los obedezcan; alégrense porque sus nombres están escritos en el cielo.
21
Jesús da gracias al Padre
En esa misma ocasión, Jesús se llenó del gozo del Espíritu Santo y dijo:
22
»Mi Padre me ha confiado todo. Nadie conoce verdaderamente al Hijo excepto el Padre, y nadie conoce verdaderamente al Padre excepto el Hijo y aquellos a quienes el Hijo decide revelarlo».