55
Pues lo prometió a nuestros antepasados,
a Abraham y a sus descendientes para siempre.
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Y María se quedó con Elisabet unos tres meses y luego regresó a su casa.
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Nacimiento de Juan el Bautista
Cuando se cumplió el tiempo para que naciera el bebé, Elisabet dio a luz un hijo varón.
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Todos sus vecinos y parientes se alegraron al enterarse de que Dios había sido tan misericordioso con ella.
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Cuando el bebé cumplió ocho días, todos se reunieron para la ceremonia de circuncisión. Querían ponerle por nombre Zacarías como su padre,
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pero Elisabet dijo:
—¡No! ¡Su nombre es Juan!
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—¿Cómo? —exclamaron—. No hay nadie en tu familia con ese nombre.
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Entonces, le preguntaron por gestos al padre cómo quería que se llamara.
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Zacarías pidió con señas que le dieran una tablilla para escribir y, para sorpresa de todos, escribió: «Su nombre es Juan».
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Al instante Zacarías pudo hablar de nuevo y comenzó a alabar a Dios.
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Todo el vecindario se llenó de temor reverente, y la noticia de lo que había sucedido corrió por todas las colinas de Judea.
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Los que la oían meditaban sobre los acontecimientos y se preguntaban: «¿Qué llegará a ser este niño?». Pues la mano del Señor estaba sobre él de una manera especial.
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Profecía de Zacarías
Entonces su padre, Zacarías, se llenó del Espíritu Santo y dio la siguiente profecía:
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«Alaben al Señor, el Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
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Nos envió un poderoso Salvador
del linaje real de su siervo David,
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como lo prometió
mediante sus santos profetas hace mucho tiempo.
71
Ahora seremos rescatados de nuestros enemigos
y de todos los que nos odian.
72
Él ha sido misericordioso con nuestros antepasados
al recordar su pacto sagrado,
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el pacto que prometió mediante un juramento
a nuestro antepasado Abraham.
74
Hemos sido rescatados de nuestros enemigos
para poder servir a Dios sin temor,
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en santidad y justicia,
mientras vivamos.
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»Y tú, mi pequeño hijo,
serás llamado profeta del Altísimo,
porque prepararás el camino para el Señor.
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Dirás a su pueblo cómo encontrar la salvación
mediante el perdón de sus pecados.
78
Gracias a la tierna misericordia de Dios,
la luz matinal del cielo está a punto de brillar entre nosotros,
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para dar luz a los que están en oscuridad y en sombra de muerte,
y para guiarnos al camino de la paz».
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Juan creció y se fortaleció en espíritu. Y vivió en el desierto hasta que comenzó su ministerio público a Israel.