8
Los esclavos son ahora nuestros amos;
no ha quedado nadie para rescatarnos.
9
Buscamos comida a riesgo de nuestra vida
porque la violencia domina el campo.
10
El hambre hizo ennegrecer nuestra piel
como si hubiera sido quemada en el horno.
11
Nuestros enemigos violaron a las mujeres de Jerusalén
y a las muchachas de las ciudades de Judá.
12
Cuelgan a nuestros príncipes de las manos,
y tratan a nuestros ancianos con desprecio.
13
Llevan a los jóvenes a trabajar en los molinos,
y los niños tambalean bajo pesadas cargas de leña.
14
Los ancianos ya no se sientan en las puertas de la ciudad;
los jóvenes ya no bailan ni cantan.
15
La alegría abandonó nuestro corazón;
nuestras danzas se convirtieron en luto.
16
Cayeron las guirnaldas
de nuestra cabeza.
Lloren por nosotros porque hemos pecado.
17
Tenemos el corazón angustiado y cansado,
y nuestros ojos se nublan por las lágrimas,
18
porque Jerusalén
está vacía y desolada;
es un lugar donde merodean los chacales.